Era un clásico, las maquis enfrente de las tortillas. Yo nunca fui muy bueno, la verdad, pero tengo ganas de que alguien me regale un control de arcade nada más para sacarme la espina (no tengo tantas ganas como para pagar por él).
Así era el show: ibas a las tortillas, pero las máquinas rube-goldberg-escas que hacen los deliciosos discos ancestrales suelen fallar, entonces pedías que apartaran tu lugar en la fila y te cruzabas la calle a jugar en las máquinas mientras llegaba la masa, el aceite, le arreglaban la banda, traían el tanque de gas, o tal vez solo esperar a que disminuyera un poco la fila.
Desde que tenía 5 años, quería llegar a la casa para pasar por la farmacia y jugar Arkanoid, o después el hitazo que era el de las TMNT. Iba por cartulinas falsas a la papelería para poder echar una reta de Street Fighter II, aunque había tanta gente que rara vez alcanzaba a jugar. Caminábamos hasta la otra colonia para poder jugar Killer Instinct. Y dejábamos enfriar las tortillas mientras jugábamos la máquina de The Simpsons que era un beat em up bastante malito, pero tenías que aprovechar que ganaste en Samurai Shodown y cobrar tu derecho de jugar con Bart (y no con Marge).
Ahora voy a las tortillas y pienso en las maquinitas. Y saco mi celular y checo el facebook.