Me cae que no entiendo el mame de las mascotas de la comida chatarra. Yo tengo recuerdos muy vívidos de mi infancia, y sé que desde los 3 años me resultaba más importante el sabor de la comida que la mascota que tuvieran, o lo delicioso que luciera en el comercial. El chocolate Milo no tenía mascota y era mejor que el (Nes)Quick, por ejemplo. Es más, en ocasiones me llegué a abstener de alguna chatarra porque de plano su mascota me resultaba insufrible, como el cereal Cap'n Crunch.
Las fábricas de comida chatarra tratan de pintar esto como un ataque contra la infancia, contra la nostalgia, y contra los personajes más amados de todo el país. ¡Pffffft!
Algo que hay que tener bien claro es que la norma no prohibe usar mascotas en la comida, solo prohibe usar mascotas en la comida con dos o más sellos negros. Todavía puedes tener un sello y seguir con tu mascota. Es más, en Oaxaca ya ni siquiera le venden comida con sellos a menores de edad, como si fueran cigarros.
Toda esta campaña de las redes sociales me resulta irritante, especialmente la del osito Bimbo en las servilletas. No mames, pinche oso Bimbo, nada más bájale de culerez a tu pan y ya vuelves a salir ahí. Pero la verdad, oso Bimbo, es que te importa un carajo mi salud, lo único que te interesa es monopolizar el negocio del sandwich a toda costa.
Al final la publicidad de la comida chatarra (y en general) siempre ha sido un engaño. Lo que realmente me enfurece de todo esto es darme cuenta que incluso la gente adulta sigue siendo tan ingenua como para creerle algo a estas personas para las cuales no encuentro un adjetivo suficientemente bajo, así que dejémoslo en publicistas.