Honestamente no entiendo las posturas de oposición a las vacunas. Creo que son débiles mentales.
Sí, si enfermo de covid sé que las estadísticas están a mi favor, y es muy probable que la libre sin más síntomas que un catarro de dos días. En realidad solo he pasado con catarro dos o tres días en los últimos 5 años.
Sí, me resulta una voracidad capitalista que las farmacéuticas grandes, las famosas big pharma, sean las que están con la vacuna, y las que se niegan a hacer de dominio público la propiedad intelectual de las mismas.
Sí, sé que las probabilidades que yo tengo de morir de covid son menos que las que tengo de morir en un accidente automovilístico. O en un accidente eléctrico, porque suelo meterle mano a la instalación sin bajar el breaker. O de que me resbale y me caiga de la azotea.
De hecho creo que si fuera un ermitaño en la montaña, pues no me vacunaría. ¿Quién me iría a contagiar? No lo sé, pero la razón por la que no me vacunaría sería porque no tendría a quién contagiar.
Luego entonces, los que no se quieren vacunar son los mismos pendejos que se meten en sentido contrario al carril de bicicleta porque ellos ni bicicleta tienen, los que se dan vuelta en U en Insurgentes (y los vuelca el metrobus) porque ellos ni viajan en transporte público, los que tiran basura en la calle, los que no votan (aunque sea para anular su voto y manifestar su disgusto con el sistema).
No es un rollo de salud individual, sino un deber cívico. Y quien rechaza un deber cívico es, por definición, un salvaje.